Actualmente, Josetxu Riviere trabaja en el programa Gizonduz de Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer, cuyo principal objetivo es la concienciación, implicación y participación de los hombres en aras de la igualdad de mujeres y hombres. Además, es integrante de la Red de Hombres por la Igualdad y trabaja en la Consultoría Aizak masculinidades. Recientemente, ha participado en el libro conjunto Alianzas rebeldes. Un feminismo más allá de la identidad (Bellaterra, 2021) y ha sido ponente en multitud de jornadas.
Entrevista a Josetxu Rivere
En la actualidad, están aumentando los estudios y reflexiones sobre la masculinidad. ¿Cómo podemos definir, a tu parecer, la idea de la masculinidad hoy en nuestra sociedad? ¿Existen maneras diferentes de ser hombre?
Sí, hoy en día no hay una forma monolítica y única de entender qué es ser hombre. En todas las franjas de edad, creo que existen diferentes expresiones de masculinidad y las más tradicionales están siendo sustituidas por una diversidad mayor que refleja los cambios sociales en relación a cómo entendemos la igualdad y el papel de mujeres y hombres en nuestra sociedad. Eso no significa de forma automática que esa diversidad genere comportamientos, actitudes y estructuras sociales igualitarias. Digamos que los cambios de identidad y de qué manera definimos qué es ser un hombre hoy en día los tenemos que analizar teniendo en cuenta en qué medida favorecen la construcción de una sociedad sin sexismo. En todo caso, la idea del macho alfa, fuerte, viril, con control emocional y poderoso, que nunca ha sido homogénea del todo, es ahora más hibrida y difusa. Aunque junto a cambios importantes de los hombres en relación a implicarse en los cuidados o enfrentar la violencia machista, muchas veces podemos vislumbrar tras ellos ideas que siguen manteniendo la desigualdad con fuerza, adaptándolas a los nuevos tiempos.
El pasado 8 de marzo volvió a surgir lo que es un debate permanente: las formas de participación de los hombres en el feminismo, no solo en las movilizaciones puntuales sino en el debate sobre si el papel es el de aliados o forman parte del mismo. ¿Cuál consideras que debe ser el papel de los hombres en la lucha feminista? ¿En tu opinión es necesario trabajar específicamente con los hombres?
En primer lugar, creo que los hombres debemos tomar el feminismo como referencia para los cambios sociales que hagan desaparecer el machismo.
Ha sido el feminismo, incluyendo el movimiento feminista, el feminismo institucional y el feminismo académico, quien ha impulsado los cambios más importantes relacionados con la igualdad y las libertades en los últimos tiempos. El feminismo no es una amenaza para los hombres, es una amenaza para la desigualdad y la discriminación sexista. En ese sentido, creo que sería conveniente que el espacio que hoy se organiza en el feminismo se ampliase para incluir experiencias organizativas que incluyan a quienes se identifiquen como hombres, o de otras formas, para ampliar la base social que impulse el cambio hacia la igualdad. No significa poner en cuestión protagonismos ni organizaciones existentes, sino generar nuevas formas organizativas que lleven a la práctica algo que el feminismo ha defendido antes: que el enemigo no son los hombres, sino un sistema injusto y sexista que es el patriarcado.
En ese sentido, creo muy necesarias las líneas de trabajo que se dirijan a los hombres para trabajar la igualdad y las masculinidades, tanto desde las políticas públicas como desde los movimientos sociales. Sería interesante incorporar acciones, formativas, campañas, medidas, que incorporen a los hombres a la igualdad. Estas líneas de trabajo deberían estar incluidas en el resto de medidas que trabajan por una sociedad más justa e igualitaria. No se trata de hacer un camino paralelo sino de incluir de forma transversal en las políticas y en otras acciones por la igualdad a los hombres como sujetos activos del cambio y a las masculinidades como objeto de reflexión y debate.
Las relaciones de género establecen a su vez relaciones de poder, de desigualdad. La incorporación de las mujeres a lugares y espacios tradicionalmente masculinos está influyendo en cambios en las relaciones, ¿pero estos cambios suponen un verdadero cambio de los mandatos de género? ¿Están los hombres “moviéndose” de sus posiciones sociales tradicionales? ¿Están cambiando realmente las identidades y sus relaciones o, por el contrario, se trata de sumar algunas mujeres a una estructura masculinizada donde ellas asumen y reproducen los roles dominantes masculinos? ¿En qué terrenos crees que este cambio está siendo más concreto, más real?
Creo que conviven tendencias diferentes. Por un lado, hay quienes consideran que la igualdad solo consiste en la paridad de número de mujeres y hombres en determinados campos económicos, políticos y sociales, y quienes, entre los que me incluyo, plantean que el cambio no es solamente de número, aunque esto sea muy importante y un paso imprescindible, sino que el cambio supone transformar el modelo organizacional, de relaciones personales, de poder y de valores sociales que siguen funcionando en base a las ideas de masculinidad tradicional, que dan valor a lo que asociamos a lo masculino. Se dan casos evidentes en los que no es necesario ser un hombre para reproducir los roles y valores masculinos que siguen generando desigualdades. Por otro lado, estoy convencido de que el cambio en muchos hombres es sincero y que están cuestionando los mandatos de género asociados a la masculinidad y también las relaciones de poder y de desigualdad. Sin embargo, también hay que apuntar que se mantienen significativas resistencias y en algunos sectores un rearme de posición contrarias a la igualdad y las medidas que se han tomado para conseguirla. Aunque hay avances importantes, estos no son definitivos y pueden retroceder, como de hecho está sucediendo en algunos lugares, vinculados sobre todo al auge de la ultraderecha.
Creo que sí están cambiando de forma significativa algunas relaciones entre hombres y mujeres, sobre todo en algunas facetas vinculadas al cuidado, a compartir algunos espacios de poder y sociales. En una parte de la gestión emocional de los hombres, aunque el camino es largo y queda mucho por hacer.
Para finalizar, ¿qué es lo que veremos en este curso? ¿Por qué razón es interesante participar?
El curso pretende ser un espacio de diálogo sobre los temas que hemos abordado en esta entrevista. Hablaremos sobre cómo hemos cambiado la idea de masculinidad. Nos plantearemos qué podemos hacer los hombres para incorporar la igualdad como un objetivo propio en cuanto a ciudadanos que quieren una sociedad justa. Opinaremos sobre las resistencias que existen hoy en día, lo complicado que son algunos cambios y, por último, sobre las consecuencias negativas para los hombres de los mandatos de la masculinidad tradicional.
El curso pretende ser un espacio participativo y de intercambio, donde nos escuchemos y opinemos sin prejuicios y con libertad.