
El hecho de que un derecho tan importante como es el derecho a abortar esté en peligro hoy en Estados Unidos era predecible (y así lo escribimos hace años algunos analistas de aquella realidad). Una causa muy importante de este hecho, que se veía venir, es la debilidad del movimiento que canaliza la demanda de tal derecho, es decir, del movimiento feminista, y su limitada influencia sobre el Estado Federal y sus aparatos, desde el legislativo (Congreso y Senado) al jurídico. Soy consciente que esta afirmación podrá sorprender a muchas lectoras y lectores, pues los mayores medios de información en España suelen presentar aquel país como el mayor representante del modelo liberal de sociedad que, en teoría, debiera priorizar a los derechos individuales y por tanto apoyar el derecho de la mujer a controlar su propio cuerpo. Es más, los mismos medios de comunicación presentan movilizaciones organizadas por tal movimiento, que reúne a cientos de miles de personas (la enorme mayoría, mujeres) en apoyo a sus demandas. Y sus dirigentes (la mayoría mujeres de clase media-alta con estudios superiores), tienen acceso a los grandes medios que por otra parte excluyen aquellas voces como la de Angela Davis, críticas del sistema liberal vigente en el país. Pero esta visibilidad mediática contrasta con su escaso impacto en las instituciones políticas. Y de ahí deriva su escaso poder.
Fuente: Público